12 de marzo de 2010

El imperio contraataca

Finalmente llegó el día que las oposiciones políticas y de la corporación mediática estaban esperando. El 1º de marzo la presidenta Cristina Fernández abrió las sesiones ordinarias del Congreso de la Nación y el resultado de los comicios del pasado 28 de junio se reflejó en las bancas: el kirchnerismo dejó de tener la “mayoría automática”. Sin embargo, el oficialismo mantiene la supremacía en ambas cámaras como primera minoría, dato no menor si tenemos en cuenta los esfuerzos de TN & cía. por instalar en la opinión pública la idea de una “dura derrota K” (titular del 3 de marzo), o si recordamos la apocalíptica frase de Elisa Carrió quien sentenció la “muerte política de Néstor Kirchner” luego de las últimas elecciones.

También debemos tener en cuenta la condición de primera minoría para analizar la ilegítima nueva composición de las Comisiones: la oposición pasará a tener mayoría en todas ellas y a tener la presidencia de 13 de las 25 que forman el total. Como dice Miguel Ángel Pichetto, jefe del bloque oficialista en la Cámara alta, se está violando el principio de proporcionalidad y “estamos ante una nueva alianza de sectores enfrentados que se juntan para hacerles daño al Gobierno, a la Presidenta y al país”. En otras palabras, una suma de pequeñas minorías se adueñó del Senado.

La selección nacional (y popular) contra el resto del mundo

Para graficar el nuevo escenario político quizás sea útil pensar en esos partidos amistosos en los que una selección nacional enfrenta a un combinado de jugadores de distintos países. De un lado, un equipo consolidado, seguro de sí mismo, tal vez con algunas pequeñas fisuras pero, en definitiva, un equipo funcionando como tal. Del otro lado, un combinado de jugadores de distintos países que quizás nunca hayan jugado juntos y tal vez ni siquiera hablen un mismo idioma, pero que se han reunido por única vez con un único objetivo: la derrota de su adversario (hasta el momento, imbatible).

Pero este partido, de “amistoso” no tiene nada. Y es tan reñido que su inicio tuvo que postergarse una semana debido a que Menem se pegó el faltazo a su banca del Senado, dejando a la oposición sin quórum propio y permitiendo que el oficialismo se retirara del recinto. Por supuesto que no tardaron en llegar los rumores de un posible arreglo entre el kirchnerismo y el senador riojano, pero estos fueron desmentidos unos días después cuando Menem alzó su mano y se convirtió en el “jugador estrella” de la oposición. Todos atrás y Menem de nueve.

El combinado del resto del mundo cuenta también con el vicepresidente Julio Cobos, jugador recordado por aquel famoso voto “no positivo” durante el debate por la Resolución 125 y la posterior entrada triunfal en su Mendoza natal. Sin embargo, también se lo debe recordar por integrar la fórmula que llevó a Cristina Fernández a la presidencia, aunque hoy parezca una broma. Sin lugar a dudas, Cobos siempre jugó con la camiseta de la oposición debajo. ¿Acaso no dice el dicho “cría Cobos y te sacarán los ojos”?

Elisa Carrió y Gerardo Morales se disputan la cinta de capitán a fuerza de decir el disparate más grande: la diputada de la Coalición Cívica, denunciando penalmente a la Presidenta, al Gabinete y al directorio del Banco Central (BCRA) por “desobediencia judicial”; el senador de la UCR declarando y luego publicando en su blog personal que “mientras Cristina estaba hablando en el Congreso, en el Banco Central estaban manoteando las reservas (sic). El gobierno lo toma como una competencia. Se creen los más vivos. Es lamentable”.

Ernesto Sanz (también de la UCR), un poco más medido, se comparó con el oficialista Agustín Rossi señalando que este último “anda queriendo apagar los incendios con nafta” y que él, por el contrario, siempre tiene un balde de agua a mano. El problema es que, al parecer, el balde de Sanz tendría el agua que Bilardo le dio a Branco; de otra manera no se explica que haya manifestado que “ganamos por goleada” al salir del recinto, luego de la sesión en que se repartieron las Comisiones. Declaración desafortunada que sin embargo no supera la vertida en enero en referencia a la suspensión del viaje de Cristina Fernández a China; en esa ocasión manifestó que “La Presidenta utiliza a Cobos como excusa para esconder su incapacidad […] su propia torpeza le impide resolver los conflictos judiciales y fiscales, que son los verdaderos problemas que ellos mismos generaron”.

También juegan en este combinado, entre otros, los incansables Adolfo Rodríguez Saa, Juan Carlos Romero y Carlos Reutemann, cada uno preocupado por cuidar su quintita, mientras que la diputada todo terreno Patricia Bullrich, siempre se acomoda de acuerdo a sus intereses en el campo de juego.

Ahora bien, dejando la ironía de lado, ya que la realidad es un poco más compleja que la de un partido de fútbol, no podemos negar sin embargo que el conglomerado opositor parece tener sólo una idea clara: estar en contra del Gobierno. Detrás de eso sólo existen incongruencias y contradicciones, disputas por candidaturas y chicanas. ¿Propuestas? ¿Soluciones? Bien, gracias.

El fantasma del corralito

En un nuevo intento desestabilizador, la oposición agitó un viejo fantasma, quizás más eficaz que el de la inflación: “Quieren quedarse con los ahorros de los argentinos” advirtió el diputado de la UCR Oscar Aguad en el programa televisivo “A dos voces” (TN), en referencia al uso de las reservas del BCRA para el pago de deuda. Una frase alarmista, malintencionada y además, imprecisa, ya que las reservas no son “ahorros” sino divisas que respaldan el dinero en circulación, los depósitos y demás pasivos. Vale aclarar que gran parte de la acumulación de estas reservas está relacionada con el superávit que la economía nacional viene produciendo desde el 2003 en adelante. En general siempre se ha sostenido que las reservas sólo deben ser utilizadas para evitar “corridas cambiarias” y “fuga de capitales”, pero también desde una política “heterodoxa” (la que impulsaría la recientemente nombrada presidenta del BCRA Mercedes Marcó del Pont) pueden ser utilizadas para contribuir al desarrollo productivo.

Los “ahorros de los argentinos”, por el contrario, se encuentran en las cajas de ahorro y plazos fijos de los distintos bancos. Y es curioso que Aguad se haya confundido al hablar de “ahorros”. Durante el Gobierno de la Alianza fue hombre de confianza de Fernando De la Rúa y de Ramón Mestre, motivo por el cual fue nombrado interventor de la provincia de Corrientes en marzo de 2001, gestión por la que luego sería acusado de “administración infiel” por no poder justificar la utilización de 45 millones de dólares de un préstamo del Banco Nación. Seguramente Aguad también estaba confundido en aquel momento, como también cuando la Alianza diseñó el “Corralito” a fines de ese año. ¿Tendría en ese entonces la misma preocupación por los “ahorros de los argentinos”?

En sintonía con la declaración de Aguad, en el programa “Desde el llano” (TN) el diputado de la Coalición Cívica Alfonso Prat Gay sentenció: “La gente en la calle está preocupada por el uso de las reservas”. Seguramente él también esté preocupado, o por lo menos es lo que nos quiere hacer creer. Ahora bien, ¿estaría igual de preocupado si todavía trabajara en la Banca Morgan, institución líder en la especulación financiera, sospechada de operaciones de fuga de capitales y lavado de dinero, y protagonista en el “Megacanje” de 2001, transacción que dejó parte de la abultada deuda que se está intentando pagar hoy con las reservas?

Desmemoria y eliminación de la historia, mecanismos que responden a determinada ideología. Pero también ocultamiento de los verdaderos fines porque detrás de esta “preocupación por los ahorros de los argentinos”, se encuentra la intención de pagar la deuda con ajuste fiscal y así mantener altas las reservas, pudiendo disponer de ellas luego de 2011 si algún partido del conglomerado opositor llega a la presidencia.

¿Desensillar hasta que aclare?

Ante este panorama la frase del General Perón cobra vigencia pero en tono de pregunta. No sabemos hasta cuándo el Gobierno Nacional mantendrá la intransigencia en su decisión de utilizar las reservas para el pago de deuda. Tampoco sabemos qué costo político tendrá esa postura. Aparentemente, la idea es no dar señales de debilitamiento.

Como decía más arriba, perder la mayoría automática en el Congreso no significó dejar de ser primera minoría. A partir de ahora la clave estará en la negociación, pero esto no se traduce en una pérdida del timón. Al parecer, esta seguridad es la que siente la Presidenta y la tropa kirchnerista. En cada discurso, la Jefa de Estado anuncia que no dará marcha atrás con las medidas tendientes a profundizar un modelo de país más justo y equitativo.

Veremos cómo se siguen desarrollando los hechos. Habrá que estar atentos a los movimientos de una oposición que, si bien heterogénea y carente de programa conjunto, no titubeó para copar las Comisiones violando el reglamento parlamentario (con la complicidad de Julio Cobos) ni para rechazar el nombramiento de Marcó del Pont al frente del BCRA. Habrá también que apelar al archivo para analizar cómo condenaban los medios masivos las acciones del oficialismo y cómo informan ahora, casi auspiciosamente, acerca de la avanzada opositora.

J.M.J.