28 de septiembre de 2010

Claringrilla

Dilatar, poner trabas y esperar hasta que la mano cambie. Esa parece ser la consigna del Grupo Clarín, quien una vez más se vio beneficiado con el fallo de uno de los tantos jueces amigos que se encuentran desperdigados por el territorio nacional.

En este caso se trata de una medida cautelar presentada por el Juez Federal de Dolores, Adolfo Harisgarat, que ordena la suspensión de la Resolución 296, la cual establece un reordenamiento más democrático de la grilla de canales de TV por cable y la inclusión de tres nuevas señales (dos de noticias y una infantil). Vale aclarar que la Resolución no hace más que poner en vigencia el artículo 65 de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, aprobada por el Congreso en octubre de 2009. El fallo mencionado, podría entenderse entonces como un avance sobre la labor del Poder Legislativo y en consecuencia, el cuestionamiento de una decisión con amplio apoyo popular.

Los argumentos esgrimidos por el Juez y acompañados por los medios hegemónicos, rondan en lo mismo de siempre. Afirman que la medida afecta "el derecho de libertad de expresión y de prensa; de propiedad, libre iniciativa, de ejercer industria lícita, de comerciar, de contratación y libertad comercial". Figuritas repetidas que, no obstante, merecen un llamado de atención debido a lo explícita que aparece la imbricación entre las ideas de libertad de expresión y de libre mercado. Es cierto que esto tiene lógica, entendiendo a los medios de comunicación privados como empresas con fines de lucro, pero entonces ¿cuál sería la necesidad de estos de escudarse permanentemente en la idea de libertad de expresión? ¿Por qué no pueden decir que el derecho que los ampara es el de la libertad comercial?

Como venimos reiterando en este espacio, el objetivo de todas estas medidas es dilatar la democratización de los medios de comunicación y la consecución de una mayor pluralidad e inclusión en los mismos.

Veremos qué sucede con la grilla a partir de este viernes 1º de octubre, día en que comenzaría a regir la Resolución 296.

Juan Manuel Judez

17 de septiembre de 2010

Ladrillitos


“Esa pintada debe tener más de treinta años”, dice, risueño, Don Víctor, un vecino del barrio de Floresta que supera los 70. Socialista, “de Alfredo Palacios”, como le gusta decir. “Es que están haciendo el frente de nuevo. Sacaron los ladrillitos y apareció esto”.

La casa a la que se refiere Don Víctor se encuentra en la esquina de César Díaz y Sanabria. Por un tiempo, no sabemos cuánto, se habrá convertido en un monumento histórico. Un documento. Una huella del pasado que dice presente. Una pared que no sólo escucha, sino que habla: “Cámpora Presidente. Perón al Poder.” Y a ambos lados, la clásica sigla de la Juventud Peronista.

Extraño: quienes pasan, no miran. Quienes miran, no leen. Quienes leen, ignoran. ¿Es que acaso no les despierta al menos un poco de curiosidad? ¿No es esta pintada una parte de la historia que tanto nos contaron a los que no la vivimos? ¿No es ésta la historia que leímos y contemplamos a través de fotos y documentales?

El calendario marca 16 de septiembre. Aniversario del Golpe del ’55, la autodenominada “Revolución Libertadora”, cuyo odio al peronismo se tradujo en la proscripción de Perón y en la ridícula prohibición de su nombre y de todo aquello que hiciera referencia a él. Precisamente en el mismo día en que se recuerda aquel proyecto de “desperonizar” a la sociedad, se   des-cubre una pintada que pone en evidencia la ineficacia de tal empresa. Una pintada que resiste frente a tanta intolerancia y se le ríe en la cara a los gorilas de ayer y de hoy.

Pero el 16 de septiembre también se produjo –desagradable coincidencia histórica– la nefasta “Noche de los lápices”, suceso apenas posterior al momento en que los jóvenes escribían “Cámpora Presidente”. Todos pertenecían a la misma generación: los jóvenes secuestrados en aquella espantosa noche y los autores de la pintada. Ambos levantaban las mismas banderas. Ambos luchaban por un mismo sueño.

Parece un mensaje. Un llamado de atención para aquellos que por ignorancia o por convicción siguen pregonando la “teoría de los dos demonios” o dicen que ya es necesario dejar de mirar hacia atrás. O quizás sea una respuesta para quienes por necedad opositora, manifiestan estar “hartos de escuchar hablar de los ’70.” Como si pudiera olvidarse con facilidad. Como si debiera olvidarse. Como si pudiera taparse todo con ladrillitos.

Juan Manuel Judez


"Aún caminan conmigo" (Teresa Parodi)

10 de septiembre de 2010

Cuenta regresiva

En el día de ayer comenzó a correr el plazo de un año para que los empresarios que poseen más licencias de lo permitido por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, puedan desprenderse de las mismas. La Resolución fue publicada en el Boletín Oficial con el número 297 y refiere al plazo de desinversión prevista en el artículo 161 de la mencionada ley.

Como es costumbre, Clarín y La Nación salieron una vez más al cruce del Gobierno haciendo lo que mejor les sale: tergiversar, desinformar y mentir descaradamente. El argumento más reiterado en las notas que abordaron la cuestión sostiene que la resolución se contrapone a las medidas cautelares que suspenden algunos artículos de la ley.

Adrián Ventura, por ejemplo, escribió en La Nación: “A pesar de que cuatro fallos judiciales paralizaron la aplicación total o parcial de la ley 26.522 […] el Gobierno redobló la apuesta contra los medios.” Casi con las mismas palabras, Alejandro Alfie publicó en Clarín que “pese a las medidas judiciales que suspenden la ley de medios”, la Autoridad de Aplicación dictó la resolución 297. Para nada llamativa la coincidencia, teniendo en cuenta que ambos grupos mediáticos operan corporativamente desde hace tiempo.

Gabriel Mariotto, titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA), no tardó en responder que “la ley es absolutamente aplicable”, amparado en el reciente fallo de la Corte Suprema en el cual se afirma que “la medida cautelar que impedía la aplicación de la ley carece de razonabilidad” (ver “Thomatelá!” y “Avanza la ley de Servicios…”, notas publicadas en junio en este blog).

Pero Ventura fue más allá. Utilizando un razonamiento apocalíptico al mejor estilo Elisa Carrió, sostuvo que para las elecciones de 2011, “el Gobierno sueña con haber debilitado a los medios, para obligarlos a negociar a cambio de no perecer o, directamente, para transformarlos en medios amigos.”

En suma, con éste y otros argumentos los medios hegemónicos intentan no sólo seguir desprestigiando y desgastando al Gobierno, sino dilatar el inevitable avance hacia un sistema de medios más plural y democrático que ya se divisa en el horizonte.

Juan Manuel Judez

8 de septiembre de 2010

Cría cuervos y te sacarán los ojos

Toda vez que existe una interrupción de servicio en un medio de transporte por un asunto gremial, o un corte de calle o movilización por algún conflicto, los medios de comunicación realizan el siguiente razonamiento: “de un lado están unos, del otro, otros y en el medio, la gente: usted y nosotros”. Se trata de una suerte de trabalenguas que los consumidores de estos medios aprendieron a la perfección, a tal punto que ya ni siquiera hace falta que los cronistas lo mencionen en las notas radiales o televisivas: en los días en que se producen paros, cortes o eventos similares, los reporteros entrevistan a “los únicos perjudicados por el conflicto” y estos, cual buenos alumnos, repiten la lección como un versito.

Paradójicamente, en “el país del piquete” todo parece marchar sobre ruedas: el Poder sigue siendo Poder, sin fisuras ni sobresaltos. Soberbio, arrogante. No hay espacio para desvíos de ningún tipo, ni lugar para un pensamiento alternativo. Nadie se pregunta por las causas ni la historia de los conflictos. ¿Para qué pensar si otro lo puede hacer por mí?

Sin embargo, existen momentos en que surge lo inesperado y en que lo previsible queda en suspenso.

Con el anuncio del Ministro Julio De Vido, acerca de la caducidad de la licencia a Cablevisión para prestar servicio de Internet a través de Fibertel, el Grupo Clarín cayó en su propia trampa: los usuarios de este proveedor se declararon “únicos perjudicados por el conflicto entre el Gobierno y Clarín” y se manifestaron muy disconformes con la situación.

En vano fueron los intentos del multimedio por reconquistarlos. Primero a través de spots televisivos y radiales y de llamados telefónicos a los clientes, que irresponsablemente llamaban a desobedecer la medida del Gobierno e intentaban transmitir tranquilidad a los usuarios. Justo ahora, cuando todos sabemos que Clarín está más nervioso que nunca.

Luego fue el momento del llamado a todos los “ciudadanos comunes” y “usuarios autoconvocados” a que se manifestaran en la mismísima Plaza de Mayo “espontánea y pacíficamente” y, por supuesto, “sin banderías políticas”, en defensa de la empresa que les prestó servicio ilegalmente durante todo este tiempo. Un fracaso rotundo: apenas un puñado de individuos se hizo presente, pese a que dos días antes, Clarín titulaba “Crecen las muestras de apoyo en las redes sociales” y que se aseguraba que el grupo “No al cierre de Fibertel” contaba con más de 80 mil seguidores en Facebook.

Por último, se intentó convencer a las ONG de consumidores para que rechazaran la medida del Gobierno, pero sólo 3 de las 19 entidades respondieron afirmativamente.

A veces no todo es tan lineal. Lo previsible era que los usuarios de Fibertel se manifestaran abiertamente en favor de la empresa, pero no fue así. Apenas un 7% lo hizo en la web y muy pocos, poquísimos, en Plaza de Mayo.

¿Significa esto la desaparición de los medios hegemónicos? ¿Se trata acaso del fin del Grupo Clarín? Por supuesto que no. Quizá sólo sea algo así como una risa en la tristeza. Pero en este caso, una risa socarrona: la del cliente, que “siempre tiene razón”.

Juan Manuel Judez